Primera Masacre: Las Bananeras 1.928

La masacre de las Bananeras en Ciénaga (Magdalena) es quizá la primera masacre reseñada. El General Cortés Vargas, borracho, ordenó el ametrallamiento de los obreros en huelga. Fueron miles los muertos. J. E. Gaitán dijo: “Dolorosamente sabemos que en este país el gobierno tiene para los colombianos la metralla homicida, y una temblorosa rodilla en tierra ante el oro americano”.

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Masacre de La Rochela 1989

El 18 de enero de 1989 un grupo paramilitar con la cooperación y aquiescencia de agentes estatales ejecutó extrajudicialmente a Mariela Morales Caro, Pablo Antonio Beltrán Palomino, Virgilio Hernández Serrano, Carlos Fernando Castillo Zapata, Luis Orlando Hernández Muñoz, Yul Germán Monroy Ramírez, Gabriel Enrique Vesga Fonseca, Benhur Iván Guasca Castro...

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Masacre de Ituango (El Aro y La Granja)

Ocurrida en junio de 1996 y a partir de octubre de 1997 en los corregimientos de La Granja y El Aro, respectivamente, ambos ubicados en el Municipio de Ituango, Departamento de Antioquia, Colombia. La responsabilidad del […] Estado […] se deriva[ba] de los actos de omisión, aquiescencia y colaboración por parte de miembros de la Fuerza Pública apostados en el Municipio de Ituango con grupos paramilitares de las AUC.

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Masacre de Pueblo Bello 1990

“ La desaparición forzada de 37 personas, así como la ejecución extrajudicial de seis campesinos de la población de Pueblo Bello en enero de 1990 se inscribe como un […] a manos de grupos paramilitares entonces liderados por Fidel Castaño en el Departamento de Córdoba, perpetrado con la aquiescencia de agentes del Estado.

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Masacre de Mapiripán 1997

“Entre el 15 y 20 de julio de 1997 […] aproximadamente un centenar de miembros de narco-paramilitares, con la colaboración y aquiescencia de agentes del Estado, privaron de la libertad, torturaron y asesinaron a por lo menos 49 civiles, tras lo cual destruyeron sus cuerpos y arrojaron los restos al río Guaviare, en el Municipio de Mapiripán, Departamento del Meta. Los narco-paramilitares jugaron al fútbol con las cabezas de algunas de las víctimas.

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domingo, junio 05, 2016

Masacres en Colombia: Somera Revisión Histórica (I)


Por Allende La Paz 5-6-09

Las clases dominantes en Colombia han asesinado siempre para mantenerse en el poder y para ello utilizan a sus esbirros tipo Mancuso y Castaño. La oligarquía colombiana ha hecho de los llamados “paramilitares” para violentar su propio ordenamiento jurídico y las consecuencias de ello en lo relativo a uno de sus aspectos más sangrientos y aterradores: Las Masacres, escribe el analista Allende La Paz desde Colombia.

La pomposa iniciación del Show de AUV con las AUC, perdón, quise decir, “el proceso de paz con los paramilitares”, tan promocionado y sublimado por los medios de comunicación burgueses colombianos e internacionales, nos lleva a la necesidad de mostrar, así sea lo más sucintamente posible, el origen y la utilización que la oligarquía colombiana ha hecho de los llamados “paramilitares” para violentar su propio ordenamiento jurídico y las consecuencias de ello en lo relativo a uno de sus aspectos más sangrientos y aterradores: Las Masacres.

En el informe presentado sobre Colombia por la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Mary Robinson, ante la Comisión de Derechos Humanos, cuyas sesiones terminaron el 26 de abril del 2.002, por primera vez en la historia un funcionario de dicho organismo llama la atención de una persona por lo que piensa hacer.

El llamado fue para Álvaro Uribe Vélez quien ha manifestado estar dispuesto a armar un millón de civiles para enfrentarlos a la insurgencia. Ello no es de extrañar ya que ha sido una práctica común de diferentes gobiernos la utilización de “civiles” para desarrollar tareas de contrainsurgencia.

Echemos una breve mirada por la historia colombiana para entender el fenómeno que se ha llamado PARA-MILITARISMO.

La utilización de mercenarios para la realización de las "tareas sucias" que las fuerzas represivas del régimen no pueden realizar sin violar el régimen constitucional, ha sido la constante en los EE.UU. Nada más recordemos los famosísimos "caza-recompensas" del Viejo Oeste que buscaban delincuentes, incluso en otros países violando su soberanía y los traían "vivos o muertos"; o la tristemente célebre contra-nicaragüense organizada, armada y financiada por los EE.UU. Por ello no es de extrañar que en la D.C.B.I. (Doctrina del Conflicto de Baja Intensidad) se contemple la utilización de un "ejército mercenario destinado a desarticular al movimiento revolucionario, hacerlo inviable como alternativa política" recurriendo para ello al terror, al asesinato selectivo y a las masacres.

Paramilitares durante la 1ª Violencia

Colombia no ha sido la excepción de esta práctica criminal. Los hoy llamados paramilitares, ayer fueron los "pájaros" y los "chulavitas" de la época de la violencia de los años cincuenta utilizados por el Estado colombiano para asesinar, masacrar, violar mujeres y explotar al campesinado de amplias regiones del país, que como el Departamento del Tolima se vio asolada por esta plaga:

"El grupo estaba compuesto por dieciséis hombres, y en él se mezclaban policías en ejercicio de sus funciones y criminales a sueldo, (por entonces llamados pájaros-asesinos que desde 1948 actuaron bajo la protección de algunas autoridades locales en los departamentos de Caldas, Tolima, Huila, Valle del Cauca y Boyacá-). Unos y otros iban esa mañana a Ríoblanco, un pueblo del Tolima donde ya eran temidos por sus frecuentes desmanes.

(...) Cuando los caminantes llegaron a la cuesta de Mal Abrigo, en cercanías de la población, fueron atacados sorpresivamente por un grupo de cinco muchachos provistos de armas de fuego (...) hijos de una pareja de ancianos labriegos, muertos pocos días antes por algunos de los que integraban la comisión asaltada, (...) que costó la vida a tres de los polizontes. (...) Una vez levantados, con el concurso de nutridos refuerzos, los cadáveres de las víctimas de Mal Abrigo, policías y pájaros se lanzaron sobre el cercano pueblo para vengar a sus caídos. Allí mataron, hirieron, golpearon, violaron saquearon e incendiaron durante varias horas, convirtiendo el lugar en escenario de todas las brutalidades. Ese día el terror llegó a Ríoblanco.

Era el 12 de Agosto de 1950

Los vecinos que lograron sobrevivir a la violenta incursión huyeron del municipio asolado, dejando atrás sus casas, fincas, muebles, aperos y reses.

(...) Más tarde, algunos de ellos constituyeron un grupo armado para defenderse de los atropellos oficiales. Otros -la mayoría- debieron sumarse a la gran muchedumbre de personas desplazadas que por aquellos años llegó a ciudades como Chaparral, Líbano, Neiva y Bogotá". (1).

Las víctimas de esta violencia siempre fueron gentes del pueblo, mientras los dirigentes de los partidos oligarcas –liberal y conservador- llegaban posteriormente a un acuerdo para repartirse el poder entre ellos, más conocido por los colombianos como Frente Nacional, en una alternancia de 4 años para el Partido Liberal y 4 años para el Partido Conservador, durante 16 años.

”El nuevo Paramilitarismo”

Mirando la historia no es de extrañar entonces que en contubernio impúdico las FF.MM. del Estado colombiano y el narcotráfico organicen, entrenen, armen y den apoyo logístico a "ejércitos mercenarios" que los colombianos hemos llamado paramilitares. Son conocidas la alianza de la Brigada de Inteligencia Militar (BIM) y el conocido capo narcotraficante del Cartel de Medellín Gonzalo Rodríguez Gacha (posteriormente asesinado por los organismos de seguridad de Colombia y la DEA) para realizar los asesinatos de los militantes de la U.P., entre ellos los magnicidios de Jaime Pardo Leal y Bernardo Jaramillo, y de 5.000 activistas más.

Recordemos las masacres de Segovia (53 muertos), Currulao (20 muertos), San Rafael (18 muertos), Punta Coquitos (25 muertos) y Mejor Esquina (38 muertos), todas realizadas por los paramilitares y otras con la participación conjunta con oficiales de la FF.PP.: Matanza de 20 indígenas en Caloto (para despojarlos de sus tierras), la matanza de Trujillo (Valle) en abril de 1990, con 107 campesinos muertos y un sacerdote (el párroco de Trujillo, Tiberio Fernández), descuartizados con motosierra y arrojados al río Cauca, hechos por los cuales la Corte Interamericana de los Derechos Humanos condenó por unanimidad al Estado colombiano, etc.

Queremos reseñar así sea sucintamente dos de las masacres en que ha quedado plenamente demostrada la participación y contubernio de militares-paramilitares:

El Aracatazo: El “Comando Alternativo Popular”, relacionado con el Batallón de Infantería Voltígeros y guerrilleros del EPL amnistiados vinculados al partido Esperanza, Paz y Libertad, llevó a cabo esta masacre el 12 de agosto de 1995, en el bar El Aracatazo del barrio El Bosque de Chigorodó, Antioquia. Los miembros del “Comando” rodearon el bar con las personas adentro, dispararon contra el edificio y posteriormente entraron y ejecutaron algunas personas a quemarropa, dejando un total de 18 muertos.

Fue identificado uno de los miembros del “Comando”: José Luis Conrado Pérez, alias “Carevieja”, el cual había aparecido fotografiado conversando con el entonces Comandante del Ejército, General Bonett Locarrno, en la Revista Cambio 16 publicada tres meses antes de la masacre.

Segovia, Antioquia : El 22 de abril de 1996, pistoleros trasladados a Segovia por el Capitán Rodrigo Cañas del Batallón Bombona, ejecutaron a cuatro personas en el barrio El Tigrito; se dirigieron al barrio La Paz y asesinaron a cinco personas más. En su recorrido dejaron una estela sangrienta de 15 muertos e igual número de heridos. Segovia estaba altamente militarizada, pero los pistoleros pasaron tres retenes militares y por el frente del cuartel de Policía, sin ser molestados.

El cinismo oficial


Esta política estatal ha sido insistentemente negada por los militares y los voceros de los gobiernos de turno (Barco, Gaviria, Samper, Pastrana), que aseveraban todo obedecía a "casos aislados". El Presidente Ernesto Samper rechazó una resolución del Parlamento Europeo condenando la violación de los D.H. al decir: ”No es cierto que las fuerzas de seguridad colombianas hayan desarrollado una estrategia de emergencia, caracterizada por la ayuda a grupos paramilitares, ejecuciones extrajudiciales, tortura y desapariciones". Posición que es rebatida por Human Rights Watch, que en su informe de noviembre de 1996 dice:

"Algunos comandantes militares afirman que los paramilitares no existen y que los informes que indican lo contrario son desinformaciones divulgadas por grupos de D.H. que trabajan en representación de la guerrilla.

Cuando reconocen estas denuncias totalmente, los oficiales militares alegan que los paramilitares no son más que personas ejerciendo su derecho constitucional a la legítima defensa. Por su parte, el personal militar estadounidense y de la Embajada en Colombia alega que existe muy poca información sobre los paramilitares y que no tienen conocimiento de dónde, cómo y cuándo o con quién operan. (...) Estos argumentos son falsos.

Es hora de apartar la cortina de humo de desmentidos oficiales y de identificar esta asociación siniestra como lo que es: un mecanismo sofisticado sustentado en parte por los años de asesoramiento, entrenamiento, armamento y silencio oficial de Estados Unidos que permite a las Fuerzas Armadas de Colombia combatir una guerra sucia y a la burocracia colombiana desmentirla. El precio: miles de muertos, desaparecidos, lisiados y aterrorizados". (2). (Subrayado nuestro)

Diagnóstico que lleva a esta organización defensora de los D.H. a que entre sus múltiples recomendaciones como "suspender inmediatamente a los comandantes militares con un largo historial de apoyo y colaboración directa con los paramilitares" de los que los Generales Bedoya, Bonett Locarno y el General (r) Farouk Janine Díaz, son apenas unos ejemplos, inste "...al Presidente Samper a que invite al Fiscal de la Nación a presidir una comisión mixta gubernamental -no gubernamental que investigue a unidades concretas del Ejército implicados en una práctica sistemática de asesinatos políticos, en asociación con paramilitares como: La fuerza de tarea No. 27 Pantera, el Plan Especial No. 7, los Batallones Bomboná, Bárbula, Rafael Reyes, Antonio Nariño, Voltígeros, Palacé, José Hilario López, Ricaurte, Luciano D´Elhuyar; la Quinta, Séptima, Novena, Décima, Decimoprimera y Decimocuarta Brigadas, las Brigadas Móviles Nos. 1 y 2, y la Cuarta División.(3)

1. Human Rights Watch, Informe Noviembre de 1996. En Su Defensor, Año No. 41, Diciembre de 1996. p. 21

2. Ibidem, p. 22.

3. Ibidem

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Masacres en Colombia: Revisión Histórica (II)


Allende La Paz, en el libro Plan Colombia y Conflicto Interno Colombiano

30 septiembre 2006

Las masacres antes y durante la 1ª Fase del Plan Colombia. Cuanto cinismo, en un comunicado del 04 diciembre de 2001, reproducido por los medios de comunicación con gran resonancia, los grupos paramilitares anunciaron que "no realizarán más masacres y que ahora sólo realizarán asesinatos selectivos de no más de 3 personas". Fuerza Pública "travesti". Y continúan los asesinatos selectivos, las desapariciones, las ejecuciones extrajudiciales y todas las demás violaciones que cometen los grupos paramilitares, a pesar de encontrarse en un mal llamado "proceso de paz" entre compadres y colegas.

Sin embargo, la orgía de sangre continuó contra el pueblo colombiano.

Masacres durante la administración de Ernesto Samper Pizano (1994-1998)

Reseñamos las siguientes masacres:

Tiquisio y Puerto Coca, Bolívar : En marzo de 1997, fuerzas combinadas del Ejército y paramilitares, compuesta por 200 hombres del Batallón Nariño y miembros de las ACCU, entró en Tiquisio y detuvo a los franciscanos, fray Bernardo Villegas y fray Diego García, a quienes informaron que los iban a matar, al igual que al padre Jesús Martínez. También detuvieron al médico Navarro Patrón y le dijeron que tenían orden de ejecutarlo. Villegas y Navarro Patrón pudieron salir con vida. La unidad se dirigió a Puerto Coca, en donde asesinó a 4 hombres y distribuyeron una lista negra con 34 nombres. Al salir de la zona, se llevaron 600 cabezas de ganado, motobombas de la comunidad, medicinas, dinero y lo saqueado del comercio local.

Mapiripán, Meta: El 14 de julio de 1997, los paramilitares de las AUC asesinaron a un número no determinado de personas acusándolas de ser auxiliadores de la guerrilla. En esta masacre están implicados un Coronel del Ejército y el Brigadier General Jaime Humberto Uscátegui, dos oficiales delejército, el Secretario de Gobierno del Guaviare, el Alcalde, el registrador municipal, el inspector de Policía y el personero del Municipio de Mapiripán. El proceso ha seguido un camino tortuoso y por decisión del Consejo Superior de la Judicatura se encuentra en manos de la justicia penal militar. Hoy el general Uscátegui amenaza con "abrir la boca" porque no se va a "dejar meter 40 años de cárcel, así que hagámosle pasito", en un claro chantaje a sus superiores de entonces.

San José de Apartadó, Antioquia: Durante 1997 patrullas conjuntas del Ejército y los paramilitares se realizaban en este pueblo de 850 habitantes. Se instaló un retén paramilitar en febrero, a menos de dos kilómetros de la base militar, detuvieron requisaron y asesinaron a los viajeros de la zona, amenazando los soldados para que abandonaran las casas porque o si no "vendrían los mochacabezas a terminarlos". El General Bonett Locarno respondió a la denuncia de los retenes de manera contundente: "estos retenes no existen". Sin embargo, el 29 de marzo de 1997, las ACU entraron al pueblo de Las Nieves y capturaron y ejecutaron al menos a cinco personas pertenecientes a una sola familia. La Décimo Séptima Brigada ha calificado a los muertos como guerrilleros caídos en combate.

Nudo de Paramillo, Antioquia: El 25 de octubre de 1997 tropas combinadas del Ejército y las ACU rodearon el pueblo del Aro y sus 2000 habitantes, como parte de una ofensiva regional contra las FARC, con el objetivo de hacer abandonar la región y "conquistarla". El Ejército rodeaba el pueblo, los paramilitares penetraron en éste y masacraron a 4 personas en la plaza, permanecieron en él durante cinco días y ejecutaron al menos a 11 personas, entre ellos 3 niños, incendiaron 47 de las 68 casas, destruyeron tuberías del agua potable y obligaron a huir a la mayoría de la población. Se fueron el 30 de octubre, y las ACU se llevaron más de 1.000 cabezas de ganado, lo saqueado en las casas y el comercio. Al final se reportó la desaparición de 30 personas.

La expansión y consolidación de las actividades paramilitares se fue acelerando durante el gobierno del presidente Samper, pese a sus promesas de disolver tales grupos. Es más, no sólo no cumplió su promesa de erradicar a las organizaciones paramilitares sino que es indudable que ciertas decisiones políticas adoptadas durante su gobierno contribuyeron a la proliferación de estos grupos con el desarrollo del programa gubernamental para la creación de Asociaciones Comunitarias de Vigilancia Rural (CONVIVIR), mediante Decreto 0356 de 1994, propuesto por el entonces Ministro de Defensa, Fernando Botero Zea, y avalado por el entonces gobernador de Antioquia y hoy presidente de Colombia, Álvaro Uribe Vélez.

Las CONVIVIR son grupos civiles de vigilantes encargados de ayudar a las Fuerzas Armadas y de Seguridad y ya funcionan más de un centenar de estos grupos en todo el país, en su mayoría en zonas rurales, bajo el control directo de los comandantes regionales del Ejército, para desarrollar nuevas estructuras paramilitares a fin de perpetuar y extender prácticas de contrainsurgencia, como las ejecuciones extrajudiciales y las desapariciones, y al término del Mandato Samper había reconocidas más de 1.200 de dichas agrupaciones.

Las masacres han venido aumentando de manera contínua y sostenida a partir de 1995, año en el cual los grupos de Paramilitares de Córdoba y Urabá extienden su accionar hacia la zona plana de Urabá, en aplicación del plan estratégico diseñado por las FF. MM. Colombianas. Como consecuencia directa de lo anterior, la aplicación práctica del proyecto paramilitar ha repercutido de manera directa en la expansión de las masacres en el territorio nacional, así como en su aumento nominal total y la participación en el total de homicidios en el país, y ello devino en una crisis humanitaria y una degradación del conflicto sin antecedentes en la historia del país.

En los años 1996 y 1998, su accionar se extendió, ante todo, por la Costa Norte del país, a los departamentos de Magdalena, Cesar, Guajira, Sucre y Bolívar, además de la zona sur-oriente del país en relación con las retaliaciones producidas contra los campesinos que protestaban contra la erradicación de los cultivos ilícitos en la marcha campesina de 1996, y de la arremetida de las Fuerzas Armadas oficiales luego de la liberación de los soldados de Las Delicias, Putumayo.
El aporte de Andresito Pastrana (1998-2002) y el Plan Colombia
De igual manera, durante la Administración Pastrana, a pesar de que el combate al paramilitarismo fue una de las exigencias de las FARC para iniciar los diálogos en Enero de 1999, el accionar de los grupos paramilitares ha sumido a Colombia en un baño sangriento contra la población inerme.

De acuerdo con el Comité Permanente de Derechos Humanos, durante el período de 1997 a 2000, las víctimas de masacres pasaron de 1.128 en 1997 a 2.564 en el año 2000, lo cual representó un aumento del 127.3%, siendo significativo que durante 1999 los grupos paramilitares llevaron a cabo el 49,96% de los homicidios colectivos (masacres), mientras que desconocidos cometieron el 35.64%.

La distribución de las masacres se concentró enormemente en ciertos departamentos como Antioquia, que participó con el 32.22% de las víctimas en el año 2000. Le siguen, en su orden, Valle del Cauca, con el 9.55%, Cesar, 7.34%, Magdalena, 7.34% y Bolívar, 7.27%. Es de resaltar que Magdalena, Cesar y Bolívar son parte de la costa norte, la región que cuenta con la mayor presencia de los paramilitares.

De acuerdo con las cifras de la Defensoría del Pueblo, Antioquia tiene la mayor participación, pues de 1.753 víctimas, 493 fueron en este departamento, es decir el 28.12% del total, seguido del Valle con 205, es decir el 11.69%. La razón de que el accionar paramilitar se concentre en algunas zonas obedece a criterios geopolíticos y económicos. Se señala que la razón de su presencia en Antioquia está ligado desde el punto de vista geopolítico con el control de la zona del Atrato-Truandó, en donde está proyectado la construcción de un canal interoceánico a nivel, además de las enormes riquezas bananeras y los ricos yacimientos de oro que subyacen en las playas del Chocó.

Queremos reseñar solamente algunas de las masacres durante la Administración Pastrana:

Masacre de Segovia: Nuevamente, el 11 de noviembre de 1998 en horas de la noche, un grupo de hombres que se movilizaban en un campero dispararon armas de fuego contra la población, con el saldo de 43 muertos y 45 heridos.

Están implicados cuatro particulares y cinco miembros de la Fuerza Pública: Mayor Marco Hernández Báez Garzón; Tenientes Alejandro Londoño Tamayo y Edgardo Hernández y los Capitanes Hugo Valencia y Jorge Chacón. En uno de los pocos casos juzgados, los implicados fueron condenados a 18 años de prisión.

Masacre de Puerto Alvira - Mapiripán: el 4 de mayo de 1999, los paramilitares asesinaron a un número no determinado de personas, quemaron viviendas, ocasionaron otros daños y amenazaron a los pobladores. No hay hasta el momento ningún capturado. El procurador General de la Nación ordenó la apertura de investigación disciplinaria contra cuatro generales de la República, entre ellos dos Comandantes de División, un Coronel del Ejército y dos Oficiales de la Policía Nacional, por posible negligencia para evitar la masacre.

Masacre de la Gabarra y Tibú: El 23 de mayo en La Gabarra, corregimiento del Municipio de Tibú, los paramilitares asesinaron 6 personas, secuestraron 21 e instalaron retenes en la vía. Los asesinatos colectivos, los secuestros y desapariciones continuaron durante un mes y ocasionaron un gran desplazamiento de campesinos. El 20 de agosto realizaron una nueva masacre y en total en 1999 se registraron más de 130 muertes. Al comenzar el año 2000, se registraron 26 víctimas. La Policía y el Ejército Oficial, con una base militar en la zona, nada hicieron para impedir las masacres. Masacre de La Hormiga: El 9 de enero de 1999, en horas de la noche, los paramilitares entraron en el poblado, seleccionaron a un grupo de pobladores, la mayoría de ellos jóvenes, y asesinaron un total de 24 personas.

Masacre de Chengue: el 17 de enero de 2001, grupos paramilitares asesinó a 27 personas en el corregimiento de Chengue, Municipio de Ovejas, Departamento de Sucre, quemó y saqueó las viviendas y produjo el desplazamiento de la población.

Es de resaltar que durante la realización de las masacres se presentaba en todas las regiones afectadas fuertes patrullajes y presencia militar. Esto ha llevado a que la población diga que en Colombia existe una Fuerza Pública "travesti", que en el día usa su uniforme normalmente, pero que en la noche se transforma. La sabiduría popular ha sabido calificar acertadamente el modo de operar de las Fuerzas Militares Colombianas que acude al expediente de desarrollar la "guerra sucia" con sus unidades vestidas de civil y presentar una imagen magnificada del paramilitarismo en Colombia.

Según lo han denunciado las FARC en repetidas oportunidades que paramilitares caídos en combate tras las arremetidas de las fuerzas de la insurgencia, portaban documentos que los acreditaba como militares en servicio activo, en una prueba más que muestra la real vinculación del paramilitarismo con el Estado, lo cual ha llevado a que el Comandante de esta organización insurgente, Manuel Marulanda Vélez, califique este fenómeno como "Paramilitarismo de Estado"
Masacres a partir del 2.000 – inicio del Plan Colombia
Human Rights Watch, presentó su "Informe Anual 2001, eventos de 2000", en el cual consigna que "Las Fuerzas Armadas colombianas siguen implicadas en graves violaciones a los derechos humanos así como en el apoyo a grupos paramilitares considerados responsables de al menos el 78 por ciento de las violaciones registradas en los seis meses posteriores a octubre de 1999.

Las tropas del Ejército atacaron indiscriminadamente y mataron a civiles, entre ellos seis niños que realizaban un viaje escolar cerca de Pueblo Rico, Antioquia, el 15 de agosto. Según los testigos, los soldados dispararon durante 40 minutos, haciendo caso omiso de los gritos de los acompañantes adultos.

El Comandante del Ejército de Colombia, el Gral. Jorge Mora, pareció justificar el ataque en sus declaraciones a los periodistas:

"Son los riesgos de esta guerra en la que estamos comprometidos". Otro caso similar se produjo el 18 de junio, cuando tropas pertenecientes al Batallón Rebeiz Pizarro abrieron fuego contra un vehículo que transportaba a seis adultos y dos niños que regresaban de una fiesta. Todos ellos resultaron heridos.

Seguían existiendo pruebas abundantes, detalladas y constantes de la colaboración directa entre el ejército y los grupos paramilitares.

Por ejemplo, los investigadores del gobierno afirmaron que oficiales en el servicio activo y en la reserva asignados a la Tercera Brigada del Ejército en Cali habían establecido y apoyado activamente al Frente Calima (De paramilitares). Se consideraba que, en los 12 meses que transcurrieron desde el comienzo de sus operaciones en julio de 1999, el Frente Calima era responsable de al menos 200 asesinatos y el desplazamiento de más de 10.000 personas.

El 18 de febrero, unos 300 hombres armados pertenecientes al grupo paramilitar, Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá (ACCU) organizaron un tribunal irregular en la aldea de El Salado, Bolívar. Durante los dos días siguientes, torturaron, pasaron por el garrote, apuñalaron, decapitaron y dispararon a residentes. Los testigos dijeron a los investigadores que habían amarrado a una niña de seis años a un poste y la habían ahogado con una bolsa de plástico. Se informó de que una mujer había sido violada en grupo. Las autoridades confirmaron posteriormente 36 muertes (42 según reporte de los pobladores). Otros 30 residentes habían desaparecido. "Para ellos era como una gran fiesta," dijo un superviviente al New York Times.
"Bebían, bailaban y celebraban mientras nos mataban como a cerdos."
Mientras se estaban cometiendo estas atrocidades, la Primera Brigada de la Armada mantuvo retenes de carretera en los alrededores de El Salado que impidieron la entrada del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) y de otros grupos. Treinta minutos después de que los paramilitares se hubieran retirado a salvo con los bienes y los animales saqueados, las tropas de la Armada entraron en la aldea.

Los oficiales implicados en graves abusos siguieron en el servicio activo, y sólo fueron suspendidos en casos excepcionales. Los jueces militares continuaron ignorando generalmente una decisión de 1997 de la Corte Constitucional por la que se ordenaba que todos los casos relacionados con soldados acusados de graves violaciones a los derechos humanos fueran procesados ante las cortes civiles. Según la oficina en Bogotá de la Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, el Consejo Superior de la Judicatura (CSJ), encargado de resolver los conflictos jurisdiccionales, continuó desobedeciendo también el dictamen de la Corte Constitucional y transfiriendo "casos de graves violaciones de derechos humanos e infracciones al derecho internacional humanitario a la jurisdicción castrense."

El Ministro de Defensa Luis Fernando Ramírez declaró en julio que los tribunales militares ya habían trasladado 533 casos policiales y militares a la jurisdicción civil, lo que demostraba el cumplimiento del fallo de 1997. Sin embargo, tras revisar la información sobre 103 casos suministrada por el Ministerio a Human Rights Watch, descubrimos que sólo 39 de ellos eran casos que podría considerarse violaciones a los derechos humanos. La mayoría de ellos estaban relacionados con soldados de bajo rango y en ninguno de los casos se aludía a los oficiales superiores que habían ordenado u organizado presuntamente las violaciones a los derechos humanos."

La Defensoría del Pueblo el 13 de julio de 2.000, reveló que en el primer semestre de 2000 se produjeron 235 masacres, la mayoría ocurridas en Antioquia, y que dejaron 1.073 víctimas. Según fuentes estatales y no gubernamentales, en el año 2.000 se registraron un total de 548 masacres. (1)

En el año 2001, la organización defensora de derechos humanos HRW en documento titulado "La Sexta División" presenta acusaciones detalladas sobre la colaboración de las Brigadas Veinticuatro (del Putumayo), Quinta (Santander) y Tercera (del Valle y Cauca) con las paramilitares Autodefensas Unidas de Colombia (AUC). Es de señalar que de acuerdo con el Informe, los batallones militares creados, entrenados y equipados con asistencia estadounidense para la "lucha antidroga" prevista en el Plan Colombia reciben el apoyo de una Brigada vetada por Washington, que al decir de José Miguel Vivanco, director de la seccional América de HRW, es la XXIV Brigada del Ejército, con sede en Putumayo. Los nexos denunciados en el documento se refiere a "una activa coordinación durante las operaciones militares entre gobierno y paramilitares", por radio y celulares y a "soldados en servicio activo que sirven en unidades paramilitares y comandantes paramilitares que se alojan en bases militares" (VER: ANNCOL. Noviembre de 2001)

Es tal la orgía de sangre que solamente en el mes de Octubre los paramilitares asesinaron 140 personas en diferentes masacres a lo largo del país. De noviembre del 2.000 a lo que va corrido del 2.001, se han registrado en el Departamento del Cauca 17 masacres con un saldo de 520 muertos en los municipios de Santander de Quilichao, Cajibío, Rosas, Piendamó, Morales, Buenos Aires, Suárez, Puracé y Alto Naya. En el Naya, los campesinos e indígenas afirman que son 100 los muertos. En el corregimiento El Palo, municipio de Caloto, paramilitares asesinaron al exconcejal de la UP y líder comunitario de 77 años Ricaurte Castro. Su edad no les importó.

¿Cambio táctico?

Ante las denuncias de diferentes organismos nacionales e internacionales, incluidas la Naciones Unidas, y la presión que la comunidad internacional ejerció sobre la Administración Pastrana y las Fuerzas Armadas oficiales para combatir efectivamente el paramilitarismo, se produjo un cambio táctico de los grupos paramilitares.

En comunicado del 04 diciembre de 2001, reproducido por los medios de comunicación con gran resonancia, los grupos paramilitares anuncian que "no realizarán más masacres y que ahora sólo realizarán asesinatos selectivos de no más de 3 personas". Cuanto cinismo y cuanta inhumanidad demuestran con semejantes planteamientos!!! Solamente una mente enferma es capaz de hacer semejante pronunciamiento!! Esas son las criaturas que ha engendrado el militarismo y la injerencia gringa en Colombia!!!

Tal aseveración la llevaron a la práctica y durante el gobierno de Álvaro Uribe Vélez (AUV) han disminuido las masacres, pero continúan los asesinatos selectivos, las desapariciones, las ejecuciones extrajudiciales y todas las demás violaciones que cometen los grupos paramilitares, a pesar de encontrarse en un mal llamado "proceso de paz" entre compadres y colegas.

El impacto de las violaciones de derechos humanos durante la aplicación del Plan Colombia con "seguridad democrática" durante la administración fascista de Álvaro Uribe Vélez, será objeto de estudio en el otro artículo de esta serie sobre Derechos Humanos en Colombia.

1. El Espectador. Mínimo aporte en DH. 4 de agosto de 2001.

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